"El sueño del patricio Juan" (Detalle)
Óleo sobre lienzo. 1664-5 . Museo del Prado. Madrid.
Hace unos días he vuelto a tener la posibilidad de visitar en Sevilla la magnífica exposición de Murillo que meses atrás había visto ya en el Museo del Prado.
Para mí Murillo es un pintor excepcional y ha representado mis primeros contactos con el Arte ya que una buena parte de su producción está en Sevilla y puede visitarse en el Museo de Bellas Artes y en algunas Iglesias.
Así que he creído interesante dedicar esta entrada de "Encuentros con el Arte" como homenaje a esta valiosa figura del Barroco.
Para mí Murillo es un pintor excepcional y ha representado mis primeros contactos con el Arte ya que una buena parte de su producción está en Sevilla y puede visitarse en el Museo de Bellas Artes y en algunas Iglesias.
Así que he creído interesante dedicar esta entrada de "Encuentros con el Arte" como homenaje a esta valiosa figura del Barroco.
Música
En 1660, Murillo de 43 años había alcanzado la madurez vital y artística. Su fama era tal que los numerosos encargos requerían una intensa participación del taller, resultando todo ello en pinturas de calidad variable a lo largo de las dos décadas siguientes. Sin embargo, en las obras pintadas para o por intermediación del culto canónigo Justino de Neve, Murillo alcanzó la cima de su madurez artística.
Fue Justino de Neve privadamente el mayor coleccionista de Murillo en esa época, reuniendo retratos, obras religiosas y profanas. Pero además, desde su posición de canónigo de la Catedral de Sevilla, procuró a su protegido encargos fabulosos para el templo catedralicio, Santa María la Blanca o el Hospital de los Venerables.
Fue Justino de Neve privadamente el mayor coleccionista de Murillo en esa época, reuniendo retratos, obras religiosas y profanas. Pero además, desde su posición de canónigo de la Catedral de Sevilla, procuró a su protegido encargos fabulosos para el templo catedralicio, Santa María la Blanca o el Hospital de los Venerables.
"Autorretrato" Murillo.
1668-70. Londres. The National Gallery
A continuación reproduzco como comentarios un artículo publicado originalmente en el Diario Sur de Málaga.
Murillo & Justino de Neve. El arte de la amistad
Sobre la exposición Murillo & Justino de Neve. El arte de la amistad, que finalizó el pasado 30 de septiembre de 2012 en el Museo del Prado, visitando posteriormente Sevilla y Londres, y que ha sido rigurosamente comisariada por Gabriele Finaldi, podrían comentarse, a pesar de la reducida cantidad de las dieciocho obras exhibidas, numerosas cuestiones, como, por ejemplo, la noble y sincera amistad entre el pintor y el patrono, la concepción del arte de la pintura en la Sevilla del siglo XVII, la elaboración y el contenido iconográfico de los ciclos pictóricos de Murillo para las iglesias sevillanas de Santa María la Blanca y del Hospital de Venerables Sacerdotes, o los avatares del coleccionismo y la dispersión de la producción pictórica de Murillo durante los siglos XVIII y XIX, especialmente la dispersión provocada por el expolio de la invasión napoleónica, aunque en estas pocas líneas sólo vamos a hacer unas brevísimas reflexiones acerca de la técnica pictórica y del alto contenido espiritual del genial artista sevillano, amparándonos, precisamente, en la excepcional calidad de los cuadros expuestos, procedentes de España, Francia, Gran Bretaña, Hungría y Estados Unidos.
"Justino de Neve"
Bartolomé Esteban Murillo 1665
Londres. The National Gallery.
"El sueño del patricio Juan"
1664-5. Óleo sobre lienzo. Madrid. Museo del Prado.
"El patricio revela su sueño al papa Liberio".
1664-5. Óleo sobre lienzo. Madrid. Museo nacional del Prado.
La técnica pictórica de Murillo posee una calidad tan alta como la de los más grandes pintores del siglo XVII europeo, entre los que se encuentran Velázquez, Rembrandt, Rubens, Van Dyck, Vermeer, Ribera o Frans Hals.
Murillo, a pesar de los nutridos encargos que recibe, ejecuta todas sus obras maestras él solo, sin colaboración de nadie, y, además, denota un supremo conocimiento en el diseño, en la composición y el equilibrio de las masas, en la aplicación del color, con matices de una finura y sensibilidad prodigiosas, en la concepción del espacio y en el tratamiento de la luz y de la sombra, esto es, en todos aquellos aspectos que constituyen el supremo arte de la pintura.
Murillo, a pesar de los nutridos encargos que recibe, ejecuta todas sus obras maestras él solo, sin colaboración de nadie, y, además, denota un supremo conocimiento en el diseño, en la composición y el equilibrio de las masas, en la aplicación del color, con matices de una finura y sensibilidad prodigiosas, en la concepción del espacio y en el tratamiento de la luz y de la sombra, esto es, en todos aquellos aspectos que constituyen el supremo arte de la pintura.
"El triunfo de la Fe" Bartolome E. Murillo 1664-5
Óleo sobre lienzo. Inglaterra, Buscot Park, Oxfordshire.
"Bautismo de Cristo". Bartolomé E. Murillo
1667-68 Óleo sobre lienzo. Sevilla, Catedral de Sta. María.
A diferencia de otros eximios pintores, como es el caso de Zurbarán, el artista sevillano nunca se equivoca, nunca comete errores, y esto no sólo se refiere a la portentosa perfección compositiva, sino al extraordinario dibujo interno que lo soporta todo, no tan perceptible como el inigualable de Ribera, sino como escondido y oculto como en el caso insuperable de Velázquez.
Una capacidad dibujística superior, un absoluto dominio y control del acto de pintar, una coordinación fuera de lo corriente entre la mano y el cerebro, es lo que constituye la secreta arquitectura interna que sostiene sus maravillosas pinturas.
Una capacidad dibujística superior, un absoluto dominio y control del acto de pintar, una coordinación fuera de lo corriente entre la mano y el cerebro, es lo que constituye la secreta arquitectura interna que sostiene sus maravillosas pinturas.
"La Virgen y el Niño repartiendo pan a los sacerdotes"
Bartolomé E. Murillo. 1679 . Óleo / lienzo. Budapest. Szépmüvészeti Museum.
Pero esta capacidad técnica prodigiosa, por sí sola, con ser algo tan grande y elevado para alcanzar la categoría de excelente artista, no es suficiente para explicar el lugar privilegiado de Murillo en la historia de la pintura europea, al lado de los más insignes. No es suficiente porque hay algo más, ese algo del que habla Ramón Gaya al referirse a Velázquez, y que, sin ningún complejo ni temor, podemos atrevernos a afirmar que también lo roza Murillo.
Ese algo más no pertenece ya al trajinar con los materiales, no pertenece ya a esa cosa humana que es la pintura, la auténtica pintura, sino que se acerca al Arte, a la sacrosanta verdad del Arte, a ese otro lado en el que les está dado estar a muy pocos, y, además, están de una manera completamente natural, sin aspavientos, alharacas ni excentricidades, sino de manera sencilla, humilde, pero infinitamente grande, porque se trata del instante en que la pintura, que ya no es pintura sino Arte, se emparenta y confunde con la vida, con la verdad de la vida.
Ese algo más no pertenece ya al trajinar con los materiales, no pertenece ya a esa cosa humana que es la pintura, la auténtica pintura, sino que se acerca al Arte, a la sacrosanta verdad del Arte, a ese otro lado en el que les está dado estar a muy pocos, y, además, están de una manera completamente natural, sin aspavientos, alharacas ni excentricidades, sino de manera sencilla, humilde, pero infinitamente grande, porque se trata del instante en que la pintura, que ya no es pintura sino Arte, se emparenta y confunde con la vida, con la verdad de la vida.
"Muchacha con flores" B. E. Murillo. Óleo / lienzo
Londres. The trustees of Dulwich Picture Gallery
Es entonces cuando el lienzo, que es sólo Arte, esto es, Vida, nos conmueve, nos embarga, nos produce no sólo placer estético, esa «finalidad sin fin» de la que hablaba Kant, sino emoción espiritual, profunda, muy profunda, porque llega a lo más íntimo de nuestra alma y a lo más escondido de nuestro ser esencial.
"S. Juanito con un cordero" Murillo
1660-65. Óleo/ lienzo. Londres. The National Gallery.
Eso es lo que produce la cabeza del cordero en San Juanito con un cordero, de 1660-65, una cabeza que, con independencia de su portentosa técnica, es la quintaesencia de la inocencia, de la ausencia de maldad, de la bondad, con esa patita encima del brazo del encantador niño, y no puede ser de otro modo porque se trata del Cordero de Dios, de Cristo, que es lo que representa. Esa cabeza es la de la víctima que va al sacrificio, sin rechistar, porque ese sacrificio redimirá a la humanidad entera.
"S. Pedro penitente" Murillo 1675
Colección particular.
Esto lo expresa Murillo de un modo cálido, emotivo, espiritual, vivo, con una vida auténtica, ya que ese cordero, como el Niño de Vallecas, está ahí tal y como él es; es decir, no posa, sino que «está». Como de nuevo afirmaba de manera inmarcesible Ramón Gaya refiriéndose al Niño de Vallecas velazqueño, ya no se trata de una belleza estética, sino ética. Lo mismo podemos afirmar de ese cordero pintado por Murillo. Es algo muy parecido a lo que, en 1603, ya expresaba Shakespeare por boca de Ofelia en Hamlet (acto III): «Could beauty, mi lord, have better commerce tan with honesty?» («Nunca, mi señor, la belleza podría tener trato mejor, sino con la honestidad»).
"Joven con cesta de frutas y verduras" Murillo
1660-65 . Óleo / lienzo. Edimburgo. Scottisch
National Gallery
Lo mismo ocurre, y es el segundo y último ejemplo que aducimos, con la mujer dormida en El sueño del patricio Juan, de 1664-65, que no es otra que la esposa del patricio romano de la historia de la fundación de la basílica romana de Santa María la Mayor.
Al igual que el perrito apoyado en el brazo forrado de terciopelo rojo de la silla del retrato del infante Felipe Próspero que hay en Viena, pintado por Velázquez al final de su vida, que reposa absolutamente relajado en su más auténtica y prístina «mismidad», esta mujer del mencionado cuadro de Murillo está «verdaderamente» dormida, plácidamente dormida, en un sueño sereno y tranquilo, con una relajación completa de sus miembros, esto es, tampoco está posando, tampoco está pintada, sino que «es», «está», y este supremo naturalismo pictórico, que no tiene relación alguna con el de Manet, aunque era un enamorado de ambos pintores españoles, está relacionado con la Verdad, la Verdad del Arte, que no es otra que la redención del ser, que la verdad del reino del espíritu, de un espíritu henchido de bondad, de sencillez, de amor a las criaturas, de sentido religioso y de vinculación con la verdad revelada, que es el más grande misterio de la historia del hombre sobre la tierra.
"Inmaculada de los Venerables en su retablo original.
"Inmaculada de los Venerables" Murillo
1660-65 Óleo / lienzo. Madrid. Museo Nacional del Prado.
A modo de conclusión ______
Para finalizar quisiera añadir que no solo es necesario sino también un síntoma de "buena salud", como acostumbra a decir un amigo médico y buen acuarelista, el acercarse de vez en cuando a la Gran Pintura, la de los Maestros, porque, además de enriquecer de forma importante nuestra cultura artística, nos ayuda también a conocer realmente dónde estamos y cómo nos movemos ...
Gracias por vuestra visita y posibles comentarios.
Más sobre la Exposición _________
- Vídeos ___________
Exposición "El arte de la amistad"
Inmaculada de los Venerables
Colaboraciones __________
Gilberto Geraldo
Bela Postagem! Um mestre que admiro muito, obras preciosas em todos os aspectos!
Anónimo
POR DIFERENTES MOTIVOS, HACE TIEMPO QUE NO VISITO LA PAGINA, Y ME ENCUENTRO CON ESTE PRECIOSO VÍDEO RECOPILACIÓN DE TUS OBRAS. MIS FELICITACIONES Y ADMIRACIÓN POR TU BELLO TRABAJO DE TANTO TIEMPO.
Anónimo
No podía contener la emoción de ver en mi ciudad la exposición de Murillo (PARTE), deberiamos prodigar mucho más estos eventos, MARAVILLOSO.
Carlos Sarrate
Carlos Sarrate
Me he visitado varias veces esta entrada de Murillo y voy a comentarte algo heterodoxo que se me ha ocurrido. La pista viene del primer cuadro tras la presentación, el autorretrato. La mano del pintor que se escapa del cuadro dentro del cuadro, violenta doblemente la convención representativa: porque es un cuadro dentro del cuadro, porque el segundo cuadro adquiere realidad en el primer cuadro; un recurso que sin duda quería enfatizar el realismo de Murillo, una especie de auto-elogio: mi pintura parece real y mi mano es lo que destaca... A partir de ahí he caído en la cuenta de la importancia de las manos en el resto de cuadros.
Constato: las manos de Justino agarrando el respaldo de la silla y el libro, destacando blancas; la mano del patricio Juan sosteniendo la cabeza y la otra cayendo sobre la pierna; y más aun, la de la mujer del segundo plano, sosteniendo un pañuelo de encaje -detalle que destacas en la primera imagen de la entrada-; las manos elocuentes de todos los personajes en la revelación del sueño al Papa; otras manos elocuentes de los fieles frente a la virgen que sostiene la Eucaristía y las llaves; las manos del Bautista que sostiene la concha y de Jesús sosteniendo su pecho en señal de recogimiento y sumisión; las manos que entregan y recogen en el reparto de pan; las manos insinuantes que abren el vestido para mostrar las flores de la muchacha; las manos que acarician el cordero y la del cordero que se apoya en el niño; las manos cruzadas en la angustia de S. Pedro; las manos del joven mancebo mostrando y ofreciendo las frutas; y la célebre Inmaculada, ¿qué sería de ella sin sus manos cruzadas sobre el pecho, en un gesto que inquiere por su papel divino, lo asume a la vez, sostiene el manto y protege su pecho? ¿Y qué serían los angelotes si en vez de desplegar sus brazos y manos creando una especie de bullicio en torno a la figura espigada fueran inmóviles?
En fin, esas manos siempre hablan. La mano pinta pero la mano pinta manos que tienen un papel nada secundario...
Ana Mª Ferrin
Ana Mª Ferrin
Acabo de conocer tu blog y te felicito. Gracias por compartir tu mirada
Bela Postagem! Um mestre que admiro muito, obras preciosas em todos os aspectos!
ResponderEliminarUm Abraço!
Gracias Gilberto por tu visita y comentario. Compartimos un gran sentimiento de admiración por la Pintura de estos grandes Maestros. Somos muchos los que visitamos tu blog para disfrutar con sus obras. Saludos y un abrazo.
EliminarPOR DIFERENTES MOTIVOS, HACE TIEMPO QUE NO VISITO LA PAGINA, Y ME ENCUENTRO CON ESTE PRECIOSO VIDEO RECOPILACION DE TUS OBRAS.MIS FELICITACIONES Y ADMIRACION POR TU BELLO TRABAJO DE TANTO TIEMPO.
ResponderEliminarNo podia contener la emocion de ver en mi ciudad la exposicion de Murillo (PARTE)deberiamos prodigar mucho mas estos eventos,MARAVILLOSO.
ResponderEliminarHablas de emoción al poder contemplar las pinturas de Murillo. Eso mismo es lo que yo he experimentado las veces que he estado delante de sus obras. Estas fotografías, que presento en la entrada, no son más que un pálido reflejo de las mismas.
EliminarEs mucho de agradecer tu doble comentario porque transmite sensibilidad y motivación. Saludos.
Me he visitado varias veces esta entrada de Murillo y voy a comentarte algo heterodoxo que se me ha ocurrido. La pista viene del primer cuadro tras la presentación, el autorretrato. La mano del pintor que se escapa del cuadro dentro del cuadro, violenta doblemente la convención representativa: porque es un cuadro dentro del cuadro, porque el segundo cuadro adquiere realidad en el primer cuadro; un recurso que sin duda quería enfatizar el realismo de Murillo, una especie de auto-elogio: mi pintura parece real y mi mano es lo que destaca... A partir de ahí he caído en la cuenta de la importancia de las manos en el resto de cuadros. Constato: las manos de Justino agarrando el respaldo de la silla y el libro, destacando blancas; la mano del patricio Juan sosteniendo la cabeza y la otra cayendo sobre la pierna; y más aun, la de la mujer del segundo plano, sosteniendo un pañuelo de encaje -detalle que destacas en la primera imagen de la entrada-; las manos elocuentes de todos los personajes en la revelación del sueño al Papa; otras manos elocuentes de los fieles frente a la virgen que sostiene la Eucaristía y las llaves; las manos del Bautista que sostiene la concha y de Jesús sosteniendo su pecho en señal de recogimiento y sumisión; las manos que entregan y recogen en el reparto de pan; las manos insinuantes que abren el vestido para mostrar las flores de la muchacha; las manos que acarician el cordero y la del cordero que se apoya en el niño; las manos cruzadas en la angustia de S. Pedro; las manos del joven mancebo mostrando y ofreciendo las frutas; y la célebre Inmaculada, ¿qué sería de ella sin sus manos cruzadas sobre el pecho, en un gesto que inquiere por su papel divino, lo asume a la vez, sostiene el manto y protege su pecho? ¿Y qué serían los angelotes si en vez de desplegar sus brazos y manos creando creando una especie de bullicio en torno a la figura espigada fueran inmóviles? En fin, esas manos siempre hablan. La mano pinta pero la mano pinta manos que tienen un papel nada secundario...
ResponderEliminarAmigo Carlos, como otras veces, me sorprende tu sensibilidad y capacidad de análisis, capaz de descubrir nuevos aspectos en las obras de Murillo.
EliminarA veces se ha dicho que un buen pintor se "mide", precisamente, en la maestría con que pinta las manos... Pero tú has visto mucho más: la gestualidad y su lenguaje, que es una prolongación de la expresividad del rostro y de toda la figura.
Tu comentario es una auténtica colaboración porque has añadido un aspecto nuevo y muy interesante a lo que se dice en los comentarios.
No me queda sino agradecer la gentileza de tu esfuerzo que viene a ensalzar más y a descubrir la riqueza y enseñanza que encierra la Pintura de los grandes Maestros, en este caso la de Murillo, tan apreciada por estas tierras...
Saludos y un abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarAcabo de conocer tu blog y te felicito. Gracias por compartir tu mirada
ResponderEliminarGracias Ana Mª. por la visita y las palabras que has dejado.
He entrado en tus blogs y he conocido el valor de la investigación que has desarrollado con la persona de Gaudí. Te diré que personalmente quedé fascinado por su obra en una reciente visita a Barcelona. Esa fachada principal de la Sagrada Familia, pletórica de figuras y símbolos, destilaba una sentida y profunda espiritualidad que tuvo que ser su fuente inspiradora. Indiscutible su prodigiosa personalidad artística, al margen de circunstancias y anecdotarios...
Saludos y mi felicitación por tu trabajo.