Cada Primavera la ciudad de Córdoba celebra la fiesta de "Los Patios", declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2012 y en la que podemos admirar cómo la cultura popular y la tradición han sabido ofrecer todo un espectacular muestrario de vida y de color con gran encanto y sensibilidad.
MÚSICA
"Noches en los jardines de España"
M. de Falla
La Naturaleza, trepando por las paredes, despliega en las más variadas especies florales toda su riqueza y esplendor ante la mirada atónita y absorta de multitud de visitantes que hacen cola en sus calles para entrar en estos pequeños oasis a modo de vergel, que aquí se llaman "patios"...
He estado visitando algunos de ellos en una mañana luminosa, pero gris y con cierta amenaza de lluvia, y ofrezco en esta entrada una pequeña crónica junto a mi admiración y homenaje a los que han hecho posible que se puedan contemplar estas maravillas.
Pienso que la fotografía, en este caso, presta un gran servicio como información de esta visita que pone en evidencia, una vez más, la belleza y esplendor de la Naturaleza cuando se viste cada Primavera con sus mejores galas: las flores.
Estamos en un "patio de vecinos", donde vivían varias familias, y estas puertas azules, como anécdota, eran los "servicios comunes" que tenían que compartir...
Como puede verse, los hábitos y formas de vida en estas casas de vecinos nos recuerdan costumbres, ampliamente arraigadas en la tradición popular, pero afortunadamente hoy ya superadas.
Visitantes llenan las calles de Córdoba, especialmente los fines de semana, para visitar y recorrer estos "Patios" que se extienden por toda la ciudad.
Cualquier ventana, rincón o pared sirven para colgar una maceta, imitando aquel "horror vacui" de los templos barrocos. Es la Naturaleza, sabiamente conducida y trabajada, la que "reviste" las paredes con su manto natural de flores y color.
Grupo escultórico en bronce a pie de calle
Paciencia y cuidados infinitos para regar con mucha dedicación estos diminutos jardines colgantes que, con oficio y destreza, se van transmitiendo de generación en generación para consolidar una tradición que llega pujante y vitalista hasta nuestros días.
"Antonio, qué bien vives..." -dice un azulejo en la pared
Y es precisamente Antonio, a sus ochenta y cuatro años, elegante, atento y acompañado de sus pajarillos y su copa de manzanilla, quien nos contempla feliz desde su rincón al ver cómo quedamos sorprendidos y maravillados ante tanta belleza y sencillez encerradas en este patio que él tanto ha cuidado...
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